Aníbal Fernández y el diario de Yrigoyen

Mientras llegaban imágenes de hospitales rodeados de familias angustiadas, el Ministro acusaba de mercenario a su par bonaerense y aseguraba que “en 15 minutos” había puesto a “las cuatro fuerzas de seguridad alerta”. Pero lo único que puede combatir el narcotráfico en serio es la decisión política

Por Diego Kravetz

Los historiadores cuentan que a Hipólito Yrigoyen, en el ocaso de su carrera y de su vida, cuando ya estaba muy viejo y algo senil, le editaban un diario exclusivamente para él con las noticias que quería leer. El concepto de “el diario de Yrigoyen” quedó desde entonces en la cultura popular y en la jerga política para referirse a quien no quiere ver la realidad, a quien prefiere escuchar un relato agradable, que llene sus aspiraciones en lugar de enfrentarse con una verdad incómoda.

Algo similar parece estar ocurriendo en el ministerio de Seguridad de la Nación desde la llegada de Aníbal Fernández. O por lo menos eso es lo que evidencia el Ministro con sus recientes declaraciones. En medio de la tragedia que dejó más de 20 muertos por ingerir cocaína envenenada, el pintoresco ex candidato a gobernador se subió a un raid mediático para exponer sus diferencias con Sergio Berni. Mientras llegaban imágenes de hospitales rodeados de familias angustiadas, Fernández acusaba de mercenario a su par bonaerense (y compañero de espacio político) y aseguraba que “en 15 minutos” había puesto a “las cuatro fuerzas de seguridad alerta”.

No se sabe bien qué piensa Aníbal. Si realmente cree que con un llamado telefónico cambió el destino del conurbano bonaerense o si todo forma de un relato espectacular pero inverosímil. Yo le puedo asegurar que los narcos siguen ahí. En Lanús nos inmunizamos contra los diarios de Yrigoyen: nadie nos puede contar una realidad ficticia porque desde el día que nos pusimos a cargo de la seguridad en el municipio decidimos enfrentar el drama del narcotráfico con lo único que lo puede combatir en serio: la decisión política.

Desde un radar en una oficina es fácil creer que las fuerzas de seguridad intervienen constantemente, pero el día a día es bien distinto. Rara vez, digámoslo con todas las letras, las fuerzas federales se meten con los narcos. Las pocas veces que eso sucede es para beneficiar a municipios amigos o castigar a intendentes opositores. Muchas veces, incluso, los efectivos municipales que los alcaldes, con una decisión política, deciden poner en acción se enfrentan con palos en la rueda que vienen de los propios gobiernos nacional y provincial. ¿Cómo combatir el narcotráfico cuando desde arriba se fomentan las tomas de terrenos o se sueltan presos con la excusa de la pandemia?

Ni hablemos, por otro lado, del eterno vicio político del abandono. En Lanús lo entendimos bien y así es como logramos reducir sustancialmente el delito. Si derribamos un búnker narco en una villa, no lo consideramos tarea terminada. Como Estado tenemos que volver todos los días a asegurarnos de que no vuelvan. Un espacio que se le quita al narcotráfico no es un espacio que debe permanecer huérfano, sino uno que debe volver a la comunidad. Nuestra tarea es ganarles todos los días el territorio.

Ministro, en nombre de los que enfrentamos a diario la tarea de velar por la seguridad de nuestros vecinos, le pedimos que se acerque a las familias, casi siempre vulnerables y postergadas, que deben convivir con el negocio cruel del narcotráfico. La hora de la Teoría del Derecho, de discutir si pistolas eléctricas sí o no, y de repartir culpas en internas de poder ya terminó. Este es el momento de la acción constante, permanente y decidida. Sólo así la política va a lograr, de una vez por todas, su cometido de transformar para bien la vida de las personas.

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