Borensztein Humor Politico: El show de las bestias peludas

A contramano de lo que pasa en el resto del mundo, nuestros principales dirigentes no paran de gritar. Preparémonos hoy para otra noche inolvidable.

Antes que nada, un dato importante de la política que pocas veces es tenido en cuenta: la dosis de gritos que puede tolerar un argentino adulto promedio en toda su vida ya fue consumida por Cristina Kirchner durante los 16 años que gobernó. Listo. Eso significa que hoy a los argentinos no nos entra un solo grito más.

Sin embargo, los principales dirigentes del país no lo terminan de entender y siguen gritando como si nunca hubiéramos padecido a la señora sita en San José 1111.

Milei y Kicillof, por citar dos ejemplos emblemáticos, gritan como marranos. Los discursos en los actos de cierre de campaña, tanto el libertario en Rosario como el peronista en San Martín, fueron a pura garganta desgañitada. Como si no supieran hablar sin ladrar o como si tuviesen algún derecho a gritarnos.

Hilando más fino, debemos reconocer que Javi tiene cierta supremacía a la hora de gritar como un animal. Kicillof también grita, pero el gobernador se destaca más por lo burro que por lo gritón.

Rara manera de encarar una elección. Pasan los años y no se dan cuenta de lo que provocan. Gritan como desaforados desde el escenario frente a unos pocos miles de fanáticos que enloquecen y les festejan todo. Cegados por esa locura, se olvidan de que la inmensa mayoría de la gente los está mirando por televisión, tranquilos, tirados en un sillón o mientras cenan. Y a la gente, en general, no le gusta que le griten.

¿No hay un solo tipo en todo ese equipo de improvisados que le explique a Javi cómo retener el voto independiente que lo acompañó en 2023? ¿De verdad creen que seducen a alguien gritando como bestias peludas por televisión?

Imaginemos una situación común. Jueves a la noche. Cierre de campaña. Un matrimonio en su casa con dos hijos chiquitos, uno de 2 años y otro de 3 meses. El padre no quiere saber más nada de los kirchneristas y ya decidió que va a votar cualquier cosa con tal de que no gane Cristina, por ejemplo a Karen Reichardt y a Diego Santilli que bien podrían ser considerados como cualquier cosa.

En cambio a la jermu no le interesan las elecciones porque lo único que quiere esa santa mujer es que los dos demonios que parió en tan poco tiempo se duerman de una buena vez.

Mientra ella lucha con los diablillos, el dorima va preparando las milanesas. Con los chicos ya dormidos, ambos padres agotados se sientan a la mesa y morfan mirando la tele. De pronto el noticiero conecta con el acto de Rosario y Milei empieza a gritar como un desenfrenado.

No va que, con los gritos, se le despierta el de 2 años y perturbado por ese llanto también se despierta el de 3 meses. Pregunta del millón: ¿A qué candidato cree usted, amigo lector, que va a votar esa pobre mujer después de esto? Obviamente, va a votar a cualquiera menos al de Milei.

Para colmo, lo más probable es que la pobre madre, que todavía debe estar calmando a los bebés, le habrá estado quemando la cabeza a su marido desde el jueves hasta hoy para que cambie el voto. ¿Quién carajo les hizo creer que tienen derecho a gritarnos y, lo que es mucho peor, quién les dijo que así se ganan votos?

Kicillof fue más vivo y gritó como un enloquecido el mismo día pero a la tarde, antes de que los chicos se fueran a dormir. De todos modos no sería raro que, si a esa hora había pibes mirando la tele mientras tomaban la leche, a la noche tuviesen miedo, lloraran y no se pudieran dormir. Axel es otro muchacho que tampoco entiende cómo se debe tratar a un ciudadano.

En este tema hay que darle la derecha a Macri que nunca gritó, salvo aquel patético episodio de agosto de 2019 cuando en un momento de enajenación empezó a gritar “¡no se inunda más, no se inunda más, carajo!”. Quien te dice, por eso haya perdido la elección.

Alberto también gritaba, pero poco. Una suerte porque cuando alguien grita menos se lo entiende mejor. Eso permitió que los argentinos disfrutaran todas y cada una de las pelotudeces que dijo este muchacho durante su insólito paso por la Casa Rosada.

A propósito: no debe haber imagen más reconfortante para un antikirchnerista furioso que imaginar a Cristina con la tobillera sobre el apoyapiés recordando a Alberto.

Es curioso que tanto Milei como Kicillof, o en su momento Cristina, no se den cuenta de que ya nadie grita en este mundo. Los presidentes serán buenos o malos pero son mayoritariamente gente civilizada que no le gritan a los ciudadanos.

En Francia, en Italia, en Chile o en Paraguay los presidentes y sus opositores no gritan, hablan. Hasta Donald Trump, que es un presidente bastante estrafalario, habla sin gritar.

Nosotros somos una rareza. Tal vez nos de una ventaja: nuestra excentricidad entretiene al mundo. Quizás por eso Scott Bessent nos manda plata y Trump nos recibe con los brazos abiertos.

Por ejemplo, en Uruguay la gente se junta en sus casas para ver y divertirse con los discursos de nuestros políticos. Llevan unas Pilsen con unas pizzas y allí van los blancos, los colorados y los del Frente Amplio, todos juntos, a disfrutar del espectáculo que ofrece la Argentina. De hecho, cada vez que acá hay cierre de campaña, allá suelen decretar feriado nacional así nadie se pierde el show.

Valga toda esta perorata para pedirles a los candidatos que esta noche, ganen o pierdan, no salgan a gritarnos como bestias peludas.

Aprendan de Grabois que este jueves, en el cierre de campaña kirchnerista, dijo textualmente: “Quiero hacer una mención especial para el compañero Sergio Massa con el que a veces me peleo un poquito… él me ayudó mucho en la campaña”. Recordemos que el 23 de abril de 2023, el mismo Grabois dijo sacado y a los gritos: “¡Ni en pedo vamos a votar a este sinvergüenza, delincuente y cagador de Massa!”. Gran ejemplo de cómo un psicópata puede evolucionar, cambiar y seguir siendo un psicópata.

Hoy votamos. Los fanáticos de Milei ya saben qué hacer, los fanáticos de Cristina también. El resto titubea, entre otras razones, porque los ñoños republicanos se presentan en múltiples variantes y no se ponen de acuerdo para ofrecer una única alternativa competitiva. Evidentemente son más ñoños que republicanos.

Reflexión final sobre el tema: el viernes Javo habló en la reunión global del JP Morgan. Dijo textualmente: El crédito es el mejor instrumento de movilidad social que existe… porque es la pieza fundamental del engranaje del crecimiento económico… o sea, el crecimiento económico se logra por acumulación de capital… y esa acumulación de capital se logra invirtiendo… pero esa inversión tiene que ser financiada… y se financia con el ahorro… y esa intermediación entre el ahorro y la mediación está a cargo del sistema financiero…

Todo perfecto. Si analizamos sus dichos de atrás para adelante podemos decir que peleando y gritando como bestias no se construye confianza, por lo tanto no habrá ahorro en el sistema financiero porque el ahorrista compra dólares y los guarda en el colchón, por ende no habrá crédito y mucho menos inversión y crecimiento.

Moraleja: en la vida y en la democracia podés gritar, insultar, agraviar, confrontar, pelear, ir por todo y hacer lo que se te cante.

Menos evitar las consecuencias.

Fuente: Clarín