La OMS ubicó a la Argentina entre los países con mayor cantidad de fumadores de América Latina

Según un nuevo informe global, nuestro país tiene una de las tasas más altas de tabaquismo en la región y aún no ratificó el Convenio Marco para el Control del Tabaco.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) encendió una nueva alarma sobre el tabaquismo en Argentina. Según su último informe mundial, presentado esta semana en la Conferencia sobre Control del Tabaco en Dublín, el 17% de la población adulta en nuestro país fuma, una de las tasas más altas de América Latina, superando a Brasil (9%) y México (8%).

Pero lo más grave no es solo el número: el estudio advierte que Argentina es uno de los pocos países que aún no ratificó el Convenio Marco para el Control del Tabaco, un tratado internacional clave en la lucha contra el consumo de cigarrillos y sus derivados.

Además, el país presenta debilidades estructurales en la implementación de políticas públicas para desalentar el tabaquismo: no hay una ley nacional que garantice ambientes 100% libres de humo en todo el país, la publicidad del tabaco sigue permitida en kioscos y redes sociales, y los medicamentos para dejar de fumar no están cubiertos por el sistema de salud.

“El informe de la OMS deja claro que en Argentina las medidas básicas son parciales o inexistentes”, advirtió la doctora Sandra Braun, médica del Hospital de Clínicas y especialista en cesación tabáquica. Según explicó a al periodista Victor Ingrassia de Infobae, en muchos puntos del país la normativa vigente es fragmentaria o no se cumple. “Los parches y chicles de nicotina son carísimos y no están incluidos en el PMO, lo que los vuelve inaccesibles para la mayoría de los fumadores”, agregó.

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En ese contexto, el costo del cigarrillo en Argentina sigue siendo uno de los más bajos de la región, a pesar de que el 78,5% del precio corresponde a impuestos. Esto se traduce en una mayor accesibilidad para los jóvenes, donde también preocupa el auge del vapeo. “Hay una epidemia de vapeadores entre adolescentes. Aunque los cigarrillos electrónicos están prohibidos desde 2011, se venden sin control en todo el país”, alertó la neumonóloga Cristina Borrajo, coordinadora de Tabaquismo de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.

La OMS evalúa los avances en políticas antitabaco a través del sistema MPOWER, un paquete de seis medidas que incluyen monitoreo del consumo, ambientes libres de humo, ayuda para dejar de fumar, advertencias gráficas, prohibición de la publicidad y aumento de impuestos. Argentina cumple solo parcialmente algunas de estas recomendaciones, y se encuentra muy por detrás de países como Brasil o México, que ya aplican casi la totalidad del plan.

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“El problema en Argentina no es sólo legal, también es político”, señaló Borrajo. “El Convenio Marco fue firmado en 2003 por el gobierno de Néstor Kirchner, pero nunca fue ratificado por el Congreso, y hoy la posibilidad de que avance es prácticamente nula, especialmente tras la decisión del Gobierno de retirarse de la OMS”.

El impacto del tabaquismo va más allá de la salud. Según el informe, los costos económicos asociados al tratamiento de enfermedades derivadas del cigarrillo —como infartos, EPOC o cáncer de pulmón— son altísimos, y podrían reducirse con políticas más agresivas. En México, por ejemplo, el gasto anual en atención médica por enfermedades relacionadas al tabaco supera los 80 mil millones de pesos.

En contraposición al caso argentino, Brasil lidera el ranking regional en medidas de control del tabaco. El país sudamericano implementó todas las acciones recomendadas por la OMS, incluyendo campañas masivas, fuerte aumento de impuestos y prohibición total de la publicidad. Como resultado, la tasa de fumadores bajó a un dígito.

“El cigarrillo no es solo una adicción individual, es una problemática social y estructural”, resumió el neumonólogo Sergio Zunino. “Y si no se toman medidas más firmes, el costo en vidas y dinero seguirá creciendo”.

A veinte años de la adopción del Convenio Marco, la OMS insiste: la ciencia, la legislación y la voluntad política deben trabajar juntas para terminar con una epidemia que se cobra más de 8 millones de vidas cada año.