Mientras la clase media se ajusta, Milei busca eliminar los privilegios de la casta

Aunque el Gobierno insiste en marcar distancia con los viejos privilegios del poder, los sueldos del sector público muestran que la tarea aún está lejos de completarse. Las diferencias con la realidad cotidiana siguen siendo un desafío para la credibilidad del cambio.

Jonatan Viale

Artículo publicado originalmente en TN

Definición de casta: “Elite cerrada del poder que se beneficia a sí misma y se mantiene alejada de la gente común”. Bueno, parece que en algunos lugares la casta siguió tocando.

Acá el tema no es Delfina Rossi. No es personal, no la conocemos. Es más: quizás estamos ante “la Messi” de los economistas. El tema es si no te da vergüenza ganar ese dinero en un país donde el salario promedio es $1.600.000 y la jubilación mínima, $400.000.

Lo mismo ocurre con los directores del Banco Provincia. ¿Cuánto gana un director del Banco Provincia? $18 millones en mano. Estamos hablando de cinco directores:

  • Sebastián Galmarini, cuñado de Massa
  • Carlos Fernández
  • Laura González
  • Santiago Nardelli
  • Bruno Screnci

Lo mismo sucede con los directores de AySA, que cobran $10.689.747 brutos, aunque tres renunciaron a ese sueldo: Maxit, Lingeri y Botto.

Lo mismo pasa con los senadores nacionales, que ganan en bruto $10.200.000, y con los jueces de la Corte Suprema, como Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz, que ganan más de $18 millones.

De nuevo, esto no es un problema personal con estas personas que manejan el Estado argentino con tanta eficiencia y delicadeza. El problema es el contraste, el choque con el sueldo de la gente. ¿Se acuerdan de cuando Martín Lousteau dijo: “Yo no quiero ganar como un cajero de un banco”? Esa frase resume bastante bien el sentido de este comentario.

Duele que el político se crea más, que tenga derecho a ganar 10, 20 o 30 millones de pesos simplemente por ser político. Duele que se crean parte de una vanguardia iluminada, con sangre azul, más preparada o más formada, solo por su rol político. Y sobre todo, duele ver el choque con la vida real.

Duele que un docente gane $1.300.000; un policía, gane. O que un enfermero del Garrahan también gane esa cifra. Nunca en la historia la clase media y la clase trabajadora soportaron semejante esfuerzo sin quejarse. ¿Qué hace la gente? Labura, no hace piquetes, no hace paros, no hace marchas, paga impuestos, paga servicios, paga la prepaga, paga el colegio.

A esa gente, que está haciendo un esfuerzo descomunal, no le pueden fallar. Según un diario, a días de las elecciones, el 53% de los hogares declara que no llega a fin de mes y casi el 58% contrajo deudas. Pienso en el joven trabajador precario: el delivery de Rappi, el chofer de Uber, el repositor de Coto, el mesero de Palermo, el chico que trabaja en un call-center, la recepcionista, el abogado pasante, el residente.

Los jueces de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz, ganan más de $18 millones. (Foto: NA)
Los jueces de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkrantz, ganan más de $18 millones. (Foto: NA)

¿Qué pasa con esos trabajos? Sueldos bajos, exceso de horas, contratos temporales, sin vacaciones. Hace 20 años que el joven argentino no puede ahorrar, estudiar, viajar, comprar ropa o alquilar. Ese sujeto político y social es el que perdió el kirchnerismo y que ahora tampoco está contento: sigue sumamente descuidado en Argentina.

¿A ese joven, qué le pasa cuando ve que Delfina Rossi, a los 36 años, gana $31 millones por ser directora política en el Banco Ciudad? Bueno, esta misma discusión la tuvimos con las jubilaciones de privilegio.

El diputado Picheto y Milei plantean que un presidente no debería tener que pedir trabajo en una fábrica al terminar su mandato. Perdón, ¿qué tendría de malo? ¿Por qué un presidente no puede salir a buscar laburo en el sector privado? ¿De dónde salió que un presidente debe vivir protegido por el Estado? ¿En qué momento nos convencieron culturalmente de que un presidente debe vivir toda la vida con 20 custodios, chofer, cocinero, autos oficiales de lujo, secretarios y una pensión de privilegio de $15 millones?

Axel Kicillof tiene 28 años trabajando para el Estado, más de la mitad de su vida. (Foto: captura TN)
Axel Kicillof tiene 28 años trabajando para el Estado, más de la mitad de su vida. (Foto: captura TN)

¿Por qué no entienden los políticos que son servidores temporales de los argentinos? ¿Por qué se creen con derecho a tener privilegios eternos? Últimos datos oficiales de las jubilaciones de privilegio:

  • Alberto Fernández: $6.901.826
  • Adolfo Rodríguez Saá: $11.168.964
  • Mauricio Macri: $11.967.924
  • Zulema Yoma, Gabriela Michetti, Julio Cobos, Daniel Scioli, Inés Pertini e Isabel Perón_ todos con cifras que superan los $6 millones

¿Te parece normal esto? ¿Te parece justo?

Sin embargo, lo que dijo Axel Kicillof hoy con Mauro Federico es que la casta “es el otro” y “la casta es franca”. Hay algo cierto en eso.

Guillermo Francos lleva años en el Estado y fue:

  • Concejal porteño
  • Diputado nacional
  • Presidente del Banco Provincia con Scioli
  • Representante ante el BID con Fernández
  • Ministro del Interior y jefe de Gabinete con Milei

Pero no da que Kicillof se haga el distraído. Señor gobernador, con todo respeto, usted no es la nueva melodía en la política argentina. Kicillof fue:

  • Asesor del gobierno de Formosa en 1997
  • Gerente de finanzas de Aerolíneas Argentinas en 2011
  • Director de YPF en 2012
  • Secretario de política económica entre 2011 y 2013
  • Ministro de economía entre 2013 y 2015
  • Diputado nacional del 2019 al 2015 por la Capital Federal
  • Gobernador de la provincia del 2019 al 2025.

Son 28 años trabajando para el Estado, más de la mitad de su vida.

La sociedad argentina está podrida de eso. Por eso, lo que debería recuperar el gobierno del presidente Milei es la rebeldía inicial de la motosierra. Pero esa motosierra no contra la clase media, sino contra el Estado bobo, corrupto y los privilegios que duelen. Hasta ahora, la casta siguió tocando.

Opiniones libres; hechos sagrados.