Quedó en la historia por haber llamado por teléfono a Messi: en su barrio le hicieron un mural

Omar Souto fue el hombre que rastreó a Lío en 2004 para que jugara para la Argentina. En el homenaje, en Lanús, estuvieron Chiqui Tapia y Nicolás Russo.

En julio pasado, en una foto difundida por la AFA del plantel de la Selección argentina que iba a disputar la Copa América, llamó la atención ver a Lionel Messi que abrazaba a un hombre mayor, prácticamente desconocido para el público futbolero.

Ese hombre se llama Omar Souto, vive en Lanús y desde hace 25 años ocupa el cargo de Gerente de Selecciones Nacionales en la Asociación del Fútbol Argentino.

Souto fue homenajeado por su club de barrio, el Social y Deportivo Unidos de Villa Argerich, en un acto del que participaron el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, y el del Club Atlético Lanús, Nicolás Russo.

En la ocasión, se presentó un mural pintado sobre uno de los paredones internos de la sede del club, ubicada en Liniers al 500, Lanús Oeste.

En la obra artística, entrelazadas con las iniciales del club, aparecen las imágenes de Messi con la Copa América, Maradona con una remera del club de Villa Argerich… y Omar Souto, sosteniendo una camiseta de la Selección con el número 25, en referencia a sus años en la gerencia de la AfA, y su nombre “Omar” en el dorsal.

El mural fue realizado por el artista Lucas Mercado y la agrupación de arte urbano Lanús Iluminada.

Pero, ¿quién es Souto? ¿Por qué el homenaje y por qué el cariñoso abrazo de Messi durante aquella sesión fotográfica en el predio de Ezeiza?

Souto es ni más ni menos que la primera persona de la AFA que habló por teléfono con Jorge Messi en 2004 para concertar la venida de su hijo Lionel a la Argentina y que así jugara para el seleccionado sub 20 albiceleste y no para el sub 17 español, la otra posibilidad existente en aquel momento.

También fue el encargado de recibir a Lío, entonces un chiquilín de 16 años, cuando -sin que casi nadie lo advirtiera, ya que era prácticamente desconocido para el público argentino- llegó por primera vez para entrenarse con el equipo juvenil que por aquel tiempo dependía de Hugo Tocalli.

Souto contó alguna vez en una entrevista los entretelones que derivaron en aquella comunicación telefónica en busca de un chico que según él creía, se llamaba “Leonardo Messi”.

La presentación de la obra, con Claudio Tapia y Nicolás Russo. (Instagram/Lanús Iluminada)

«En el Mundial Sub 20 de Nigeria (en 2003), nosotros siempre estábamos con España en los hoteles y una persona del cuerpo técnico de ellos nos agarró y nos dijo ‘cómo no trajeron al chaval del Barcelona. Es mucho más de todos los que están acá’. Y en ese equipo nosotros teníamos a Cavenaghi, Mascherano Maxi López…”, relató Souto.

La historia continuó en Buenos Aires. “Cuando volvimos, Tocalli me dijo que había que conseguir a ese jugador”, continuó. Ya era época de teléfonos celulares pero no tanto de Internet, y hubo que rastrear el apellido en las guías telefónicas. Souto se fue desde el predio en Ezeiza hasta el municipio de Esteban Echeverría.

“Yo pensaba que se llamaba Leonardo porque todos le decían Leo. Me fui hasta un locutorio de Monte Grande y pedí una guía de la ciudad de Rosario donde estaban todos los Messi. Arranqué la página, hice una llamada cualquiera, a mi casa, para justificar que había entrado y me volví al predio a rastrearlo”, recordó.

Preguntando por Leonardo Messi, localizó primero a la abuela de Lío. Ella le pasó el número del tío, que también vivía en Rosario. Y el tío, el de Jorge, el padre, en Barcelona. Y le dijo que Julio Grondona quería que su hijo, Leonardo, jugara para la Argentina. “Cuando lo llamé me dijo ‘¡al fin lo van a convocar. Mi hijo quiere jugar en la Selección Argentina!’”, completó.

Lo que siguió es algo más conocido. Messi vino a la Argentina -Souto fue también quien lo recibió en el primer entrenamiento en Ezeiza, y recordaba que “tenía cara de asustado”- y la selección sub 20 jugó un amistoso contra la de Paraguay.

Aunque nadie lo sabía, se había armado solo para que Lío quedara ligado a nuestra selección y no pudiera jugar para España (en aquella época, la regla de la FIFA establecía eso). El partido terminó 8 a 0. Messi, a quien sus compañeros casi no conocían, entró en el segundo tiempo y metió el séptimo gol y dos asistencias.

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