El trabajo informal supera al empleo asalariado registrado, asegura IDESA

Según el corte del mercado laboral que realizó el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino, hay menos empleados registrados, entre públicos y privados, que la suma de cuentapropistas e informales.  

El informe del instituto privado de investigación económica y social, que dirige el economista Jorge Colina, atribuye esta clasificación, que sitúa en desventaja al trabajo asalariado en blanco, a las altas cargas sociales y la proliferación de plantes asistenciales, «a que mucha gente gane más trabajando como informal que contratado por una empresa que cumple con todas las normas».

La proporción es 47% para asalariados registrados en el sector público y privado; 30% trabajadores por cuenta propia (monotributistas y autónomos) y 23% que directamente no figuran en ninguna planilla.

Hace la distinción en el segmento de los cuentapropistas entre los que son formales, y por lo tanto aportan al sistema previsional, y los informales que, afirma, constituyen la gran mayoría.

Pone como ejemplo un telegrama de renuncia de un trabajador tucumano al que tuvo acceso, el cual dice: “Por la presente, presento mi renuncia en forma indeclinable como así también solicito en carácter de urgente la baja laboral, ya que significa un perjuicio en mi economía, al no poder acceder a ciertos beneficios como ser planes sociales y otras asignaciones”.

Haciendo cálculos tomando como base el 4to trimestre de 2020, IDESA llega al siguiente planteo:

• Un empleador para poner en blanco a un trabajador tiene que pagar, sumando salario bruto más cargas sociales, unos $ 67 mil mensuales.

• El trabajador recibe como salario de bolsillo, es decir neto de aportes, unos $ 45 mil.

• Trabajando en la informalidad cobraría unos $20 mil que sumados al programa Potenciar Trabajo y Tarjeta Alimentar por otros $ 20 mil llega a unos $40 mil.

Mejores ingresos en negro

Una conclusión que surge a simple vista es que resulta muy factible que en la informalidad se consigan mejores ingresos que con un empleo formal.

De modo que se puede colegir que si una persona de bajas calificaciones consigue un empleo formal, seguramente es con un salario inferior al promedio.

La simulación no considera otros programas asistenciales administrados por diferentes organismos nacionales, provinciales y municipales que también exigen no tener empleo formal.

Es decir que los incentivos a trabajar en la informalidad son mucho más fuertes que los calculados en este ejemplo.

«Los datos confirman una realidad a la que se enfrenta mucha gente, especialmente, la más vulnerable», señala el comunicado de prensa.

La imposición de muy altas cargas sociales, que aumentan los costos laborales y baja la remuneración de bolsillo, es un ejemplo concreto e ilustrativo de cómo las malas políticas publicas estimulan la informalidad.

Esto es así porque con un sector público crónicamente deficitario, que cobra muchos y malos impuestos y brinda servicios de baja calidad, «se generan condiciones poco favorables para la inversión productiva y la generación de empleos de calidad. Esto garantiza insuficiencia de empleos de calidad y bajos salarios».

Reflexiona que, en este marco, la pobreza se vuelve crónica, masiva y estructural lo cual da pie al agigantamiento del asistencialismo, que, lejos de ser una solución, se convierte en un factor que contribuye a darle sustentabilidad a la pobreza.

Es así porque, primero, la máxima aspiración de la mayoría de los programas asistenciales es aportar paliativos, pero no sustituir el empleo formal como herramienta de bienestar y dignidad a las familias.

Segundo, porque el asistencialismo genera una alta rentabilidad política, lo que explica la proliferación de programas asistenciales que tienen como principal objetivo generar material de comunicación para que un funcionario aparezca entregando algo a una familia vulnerable.

Se impone ordenar los programas asistenciales, recomienda, a fin de evitar la manipulación de la gente con fines políticos

Pero también el progreso social depende crucialmente de dinamizar el empleo de calidad para lo cual es imprescindible un contexto más amigable para la inversión productiva, que requiere de un ordenamiento integral del sector público.

Finaliza diciendo que es imposible lograr el crecimiento económico para sacar a la gente de la pobreza con un Estado desordenado, que es la fuente de la inestabilidad y el empobrecimiento.

Escrito por Rubén Chorny

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