Abusos: alertan por crecimiento de casos de chicas drogadas

El episodio de una joven que pidió auxilio en un bar de Liniers genera conmoción y alerta sobre una «práctica» que se multiplica: los abusos.

Durante el último año de pandemia se produjeron al menos 1.100 abusos sexuales a jóvenes, mediante el uso de fármacos, opiáceos y sustancias equivalentes a la escopolamina o la conocida popularmente como «burundanga», en el ámbito de la Capital Federal y el Conurbano bonaerense.

Se trata de una nueva Encuesta Mensual de Inseguridad (E.M.I.), desarrollada por los 20 mil colaboradores de la ONG Defendamos Buenos Aires con la asistencia del Estudio Miglino y Abogados.

«Esta situación tomó relieve por el caso de un hombre detenido en el barrio porteño de Liniers, acusado de drogar y de abusar sexualmente de una joven de 18 años, expareja de un amigo suyo. La detención se produjo en un bar, cuando alertaron al 911 para alertar sobre una joven que se encontraba descompuesta en el baño, quien aseguraba haber sido drogada por un hombre que aguardaba dentro de un automóvil Volkswagen Gol blanco estacionado frente al local gastronómico», contó el letrado Javier Miglino.

Las causas se multiplican. «Lamentablemente la situación de la chica que fue literalmente salvada por el personal del bar ‘CLO’ de Liniers y en la que interviene el Juzgado en lo Criminal y Correccional 41, a cargo de María Fabiana Galletti, quien dispuso la detención del acusado por el delito de abuso sexual simple; no es la única sino que hay casi un centenar de casos al mes de abusos sexuales o tentativas de abusos sexual, luego de utilizar medicamentos, escopolamina (burundanga), u otros, para conseguir someter a las víctimas», dijo Miglino.

El peligro de las fiestas clandestinas. «Con la pandemia hicieron su aparición las fiestas clandestinas. Celebraciones con decenas e incluso centenares de hombres y mujeres que se juntan para un rato de diversión con música, alcohol y drogas. Sin embargo y como lo dice su nombre; este tipo de fiestas son clandestinas y por ende están exentas de todo tipo de controles, se desarrollan en casas de familias, departamentos, quintas, locales comerciales no habilitados y un largo etcétera. Como resultado nadie cuida a las chicas y chicos y todo puede suceder», aseveró Miglino.

La trampa de los tragos. «En cientos de fiestas clandestinas en los barrios porteños de Belgrano, Nuñez, Palermo, Recoleta, San Telmo y Centro; como también en el Conurbano en los barrios de Lomas de Zamora, San Martín, Quilmes, Vicente López, Olivos, San Isidro, Florencio Varela, Moreno, Ramos Mejía, Isidro Casanova, San Justo, Ciudadela y Morón; entre otros, se produjeron abusos y tentativas de abusos sexuales mediante la denominada trampa del trago; donde nadie controla los tragos que se ingieren y en algunos casos llevan medicamentos u otros con el camuflaje de un Campari, Aperol, cerveza, champagne, etcétera. Sin saber que viene algo más en el vaso. Como resultado empiezan los mareos, la falta de estabilidad y es ahí justamente cuando la pesadilla se desata», añadió Miglino.

Denunciar fiestas clandestinas. «Es muy importante que padres y chicos y chicas se unan para denunciar al 911, en Capital y Provincia, la existencia de fiestas clandestinas. No olvidemos que no solo son un riesgo para la salud por la presencia del Covid 19 y la llegada de la temible variante delta del virus que por si sola ha dejado cientos de miles de muertos en todo el mundo, sino que también pueden darse situaciones de ingesta de drogas o de sustancias prohibidas que lleven a las víctimas a la pesadilla de un abuso sexual, seguido de una situación de completa vulnerabilidad ante la falta de recuerdos por la anulación de la memoria de corto plazo, que producen estas sustancias. A todo efecto, padres y chicos pueden denunciar las fiestas clandestinas a: [email protected] Haremos el reclamo pertinente con absoluta reserva de identidad», concluyó Miglino.

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