Cirugías suspendidas, cataratas del techo y ratas: denuncian el deterioro crítico del Hospital Evita

La imagen es de la semana pasada pero trascendió ahora, por miedo, hermetismo o alguna complicidad política: una catarata bajando por la escalera, la zona de quirófanos inundada, dos trabajadoras intentando secar el piso y los desagotes colapsados.

Esa postal es apenas una de las situaciones que el personal afronta en el Hospital Evita de Lanús, en estado crítico y con las cirugías suspendidas desde fines de abril. Fue también, un punto de inflexión para formalizar un reclamo dirigido a la gestión de Axel Kicillof, de quien dependen finalmente el establecimiento sanitario.

El personal del Evita denuncia que “el hospital se deteriora hace décadas” por falta de mantenimiento. “Nunca lo vi tan mal como en la gestión anterior y en esta. Pero en esta (por la de Kicillof) es terrible, por los mensajes que dan y que nadie se ocupa. Es como que no les importa nada”, comenta uno de los jefes del servicio quirúrgico del centro médico, clave en la zona sur del Gran Buenos Aires.

“No tiene que ver con una mirada política. El hospital no es para hacer política, es para solucionarle los problemas a la gente”, aclara sobre el reclamo.

En conjunto, los trabajadores del centro médico denunciaron una “innumerable cantidad de dificultades que se suceden a diario” por falta de atención del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Hablan de un “deterioro paulatino, progresivo” y de una “diaria falta de disponibilidad del material indispensable para la realización de los procedimientos, con la seriedad y sensatez que nos demanda esta tarea”.

Así reza la nota que jefes de los distintos servicios de cirugía enviaron al director del hospital, Javier Maroni, el 27 de abril. Allí anunciaron que suspendían las cirugías programadas por tiempo indeterminado. Aun hoy, 12 de mayo, la actividad está prácticamente paralizada: solo se atienden intervenciones urgentes.

Ese escrito, que también fue enviado al Colegio de Médicos de la Provincia Distrito II, no es el primero de esta naturaleza en los últimos años.

La inundación ​​-con cataratas de agua dentro de los quirófanos- de la semana pasada fue un detonante, pero el reclamo viene desde hace rato.

En febrero de 2020, tras el cambio de autoridades, inventariaron problemas de infraestructura y equipamiento: inconvenientes en puertas, pisos con pozos y engomado defectuoso y falta de paneles de durlock en los techos. Además, señalaron falta de aislamiento en algunos quirófanos, con goteras e inundaciones en días de lluvia y presencia de aves que contaminan salas que deberían ser asépticas.

El 4 de marzo pasado reiteraron el duro diagnóstico de los quirófanos y del hospital en general. Calificaron su estado como “deplorable” y agregaron déficits de equipamiento: electrobisturíes, mesas de operaciones, equipos de laparoscopía, mesas de anestesia. Y la lista sigue.

Por esas adversidades es que están paralizadas las intervenciones programadas. Las de oído ya llevaban dos años en pausa, el sector de cirugía plástica ya venía reducido al mínimo porque “no tiene espacio propio”.

A su reclamo se sumaron los anestesistas. Con otro escrito al director, alertaron por la presencia de “plagas” de cucarachas, palomas y ratas en el quirófano central. “Hemos llegado a un punto en que no tenemos más alternativa que rehusar nuestros servicios profesionales, hasta tanto los problemas de infraequipamiento denunciados sean efectivamente solucionados”, concluyeron.

Todas esas circunstancias no impidieron la última actualización del Hospital: la exhibición de un vestido de gala de Eva Perón, inaugurada este jueves en el hall central del edificio.

Goteras, cataratas y operaciones por la mitad

“Nosotros ya veníamos con todo esto. Pero a veces uno va naturalizando este tipo de situaciones porque las vive todos los días. Pero esto ya llegó a un punto de no retorno para nosotros”, apuntan desde Cirugía. 

En las redes sociales circularon videos sobre las deficiencias estructurales del Hospital. En uno de ellos se ve a una trabajadora intentando desagotar el agua que inunda una sala quirúrgica y un pasillo. Los desagotes se ven colapsados.

En otra filmación una intensa cascada de agua baja por las escaleras y desemboca en el piso, con varios centímetros de líquido acumulado. “¡Impresionante!”, se escucha decir a la mujer que graba la escena. En los lavatorios de quirófanos los barriles plásticos y las palanganas no pueden contener el agua, que los hace rebalsar y cubre el suelo. Los médicos ingresan chapoteando para retratar lo que pasa.

Gotera en una sala de espera del Hospital Eva Perón.

La situación deriva en situaciones que, aunque graves, no pierden su caracter insólito. Ante la falta de laparoscopía, volvieron a operar de vesícula “como hace 40 años”.

Hace un mes, en plena cirugía endoscópica, se rompió el sistema de aspiración. Cuando pidieron un dispositivo manual -que suele funcionar como reserva-, avisaron que no había back up.

“Hubo que parar la cirugía, cerrar al paciente y dejar todo lo que había hecho por la mitad. Acostate vos en una camilla, levantate y que te digan ‘no pude terminar de operarte porque el motor con el que estaba trabajando no funcionó más’. Te va a decir ‘¿Sos pelotudo?’”, repasa un jefe del sector.

Fuente: Clarín

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